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Son aquellos huecos de madera de detrás de pecera que nunca nadie mira. Excepto los días que alguien hace una burrada y aparecen todos llenos de notas de dirección instando a la comunidad colegial a ser civilizada.
Tienen muchas y muy variadas funciones, como son dejar la comida que quieres compartir con la comunidad colegial; guardar barajas de cartas, papeles de pocha o demás enseres ludopáticos; guardar apuntes que no tienes intención de volver a usar nunca;...
En la época del Negro negro (paradojas de la vida), cuando las mafias actuaban a su antojo por el colegio, eran lugar común de "trueques" y "transacciones". No era infrecuente encontrarte el dedo de un vecino en tu casillero si te salías del guíon establecido por "la familia". La más terrible historia que se recuerda es aquella en que, caídas casi en el olvido las viejas mafias, el Pescao se encontró un pecipollo en su casillero, a modo de amenaza.
Alrededor del curso 2004/05 los casilleros se convirtieron en los almacenes del ocio albergando en su interior no sólo más de tres barajas de cartas y 74 papeles de pocha sino también un armarito que en origen era para guardar varios tableros de ajedrez para un único juego de fichas (toda una analogía con la vida) pero que en el curso citado se lleno de material para actividades menos elitistas como el colonos.
Naturalmente, durante el periodo de máximo explendor del ping-pong, en ellos se podían encontrar palas y eran el primer lugar en el que buscar una pelota (el segundo, era la terraza de la 2º).
Cuando algún colegial quiere devolverle a otro unos apuntos, es una buena opción dejarlos en su casillero. En Junio, seguirán allí.